Uno de los aspectos que más ha trascendido del nuevo marco legislativo en el que la pesca desarrollará su actividad, es la limitación de los descartes. Los descartes, esas capturas que por su baja rentabilidad se devuelven al mar, es un efecto secundario no deseado de las políticas de cuotas que precisamente se idearon para proteger las especies.
Tal y como informan desde niunpezporlaborda.org, plataforma que se ha movilizado en los últimos meses en contra de los descartes, “no se ha llegado a una prohibición total de los descartes, pero se ha introducido la obligación de al menos llevar a puerto el 95% de las capturas. Esto debería reducir de forma masiva este desperdicio que hoy está causando que 1,7 millones de toneladas de peces se tiren por la borda cada año en Europa”.
Otro de los temas comentados de la nueva política es que reconoce que los pescadores artesanales merecen ayuda adicional y acceso a las cuotas de pesca. En este sentido las cuotas se establecerán a través de varios criterios, no solo el histórico, sino que también el impacto social sobre el medio ambiente, el historial de cumplimiento legislativo de los Gobiernos o la contribución a la economía local. De hecho, los eurodiputados han pedido que el reparto de posibilidades de pesca entre los países tenga en cuenta la flota artesanal porque es la que más empleos crea y pesca de manera sostenible.
Aunque esta nueva política ha sido largamente debatida durante más de dos años y finalmente ha creado cierto consenso entre los agentes que han tomado parte en ella y que coinciden en que se avanza hacia un pesca más sostenible, tendremos que ver como evoluciona su puesta en práctica para el sector, que en Galicia ya se ha proncunciado.
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