La almeja blanca (Spisula solida) es una de las más conocidas que hay en Galicia, junto con la rubia, la babosa, la japónica y la rubia. Vive en aguas saladas a unos 15 - 30 cm de la superficie en fondos arenosos o fangosos, en los que se oculta y se alimenta de pequeños seres vivos por filtración de agua. Todas estas variedades de almeja poseen la misma forma ovalada que varían de tamaño y color. Procedente de la Ría de Arousa, se marisquea durante los meses de octubre, noviembre y diciembre.
La almeja blanca es normalmente de color blanca, con unas bandas tenues de una tonalidad más intensa y unas finas líneas que se dibujan en su concha, paralelas al borde. Los sifones están unidos en toda su longitud, siendo esta característica la que nos permitirá diferenciarla de otras almejas. Tiene una calidad similar a la almeja fina, pero no posee su resistencia fuera del agua.
Además de su delicioso sabor destaca nutricionalmente por su alto contenido en minerales (hierro, potasio, selenio y calcio) y vitaminas: vitaminas B, especialmente la vitamina B12. Alimento ideal para reforzar nuestro sistema inmunológico y aumentar nuestras defensas. Recomendado para personas que padecen de anemia.
A pesar de que las almejas ya están depuradas, antes de cocinarlas es recomendable sumergirlas en agua fría con sal durante una hora para que se abran y suelten la arena que tienen en su interior. Se escurren y se lavan bien. Hay que comprobar que están todas vivas. Si alguna tiene las valvas abiertas está muerta.
A continuación se preparan como se desee. Se pueden preparar al vapor, a la marinera, con arroz, en sopas de pescados o guisos. En cualquier caso, el tiempo de cocción deberá ser siempre mínimo y si se decide por abrirlas al vapor puede optar por poner una o dos hojas de laurel.
No aprovechar ni forzar las almejas que una vez cocidas siguen cerradas.